65/2023 Prevención, resiliencia, mitigación frente al cambio climático

Ensenada, Baja California, México, 22 de diciembre de 2023. “La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado”, declaró António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), durante una rueda de prensa acerca del clima, el 27 de julio de 2023.

La afirmación de Guterres, seguida de un boom mediático, fue determinada por datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y del Servicio Copernicus de la Comisión Europea: “este mes (julio) ha experimentado el lapso de tres semanas más caluroso, los tres días más calientes y las temperaturas oceánicas más altas para esta época del año nunca documentadas”.

La OMM, por su parte, presentó los datos como un “anticipo del futuro” y estimó en un 98% las probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años sea el más cálido registrado, y en un 66% las de superar temporalmente la marca de 1.5°C por encima de los niveles preindustriales durante al menos un año del lustro por venir. Ambas agencias sostuvieron que las emisiones antropogénicas son el principal propulsor de estas temperaturas crecientes.

Tereza Cavazos Pérez, investigadora del Departamento de Oceanografía Física del CICESE, reflexiona al respecto: “Decir que pasamos la era de calentamiento global a la de ebullición fue una declaración sorpresa para todos porque es muy extrema. Ebullición está asociada a evaporación, y sí hay calentamiento extremo, pero no es que todo se vaya a evaporar”.

A decir de la investigadora del CICESE, la declaración de Guterres subraya los eventos extremos registrados en la última década, particularmente en los de verano que están asociados con olas de calor continentales y también en el océano.

“Desde hace menos de una década se han empezado a documentar con más detalle las ondas de calor oceánicas, la primera que llegó a las noticias internacionales fue el “Blob” del Pacífico, una zona de calentamiento fuerte en la zona subtropical –zona fronteriza de México y Estados Unidos”.

Ahora, dice Cavazos, cuando vemos los mapas, la temperatura del océano revela que en todos lados está más caliente de lo habitual. En el verano, aunque puede extenderse a la primavera y el otoño, estamos registrando más eventos extremos, calurosos, sequías y olas de calor, al final de la primavera del hemisferio norte. Esos cambios, que ocurren más temprano de lo normal, están cambiando las estaciones y teniendo un impacto en la salud humana y de los ecosistemas.

La afirmación del secretario de la ONU, desde mi punto de vista –dice la investigadora del CICESE–, se refiere a la estación de verano en general, por el calor más extremo, pero también habrá más cambios en el invierno por las corrientes de chorro que afectan más la zona subtropical –zona fronteriza de México y Estados Unidos.

“La corriente de chorro se mueve hacia el norte o hacia el sur, lo que puede traer entradas de aire frío del Ártico y cambios en la circulación atmosférica, los cuales influyen en los fenómenos climáticos, como El Niño y La Niña, que, como hemos visto recientemente, pueden comportarse de manera inesperada, no a un comportamiento “establecido” como se pensaba antes.

Este invierno 2023 tenemos un evento intenso de El Niño, después de 3 años continuos de La Niña –lo cual fue bastante anómalo, porque los eventos de La Niña generalmente duran uno o dos años. “Estos cambios, junto con el calentamiento en curso de los océanos, tienen un efecto profundo en la circulación de diversos fenómenos climáticos que afectan a nuestra región.

Por lo tanto, el llamado urgente del secretario de la ONU cobra sentido”. Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y urbanizado. La importancia de la sostenibilidad y el desarrollo sustentable de las ciudades, que crecen constantemente, se ha discutido desde hace casi cuatro décadas, con raíces que se remontan a los años ochenta, pero ha cobrado un nuevo impulso con la adopción de la ONU de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y su plan para el 2030, enfocado en mejorar diversos aspectos relacionados con el clima, la educación, la salud y el acceso al agua, entre otros.

El llamado del secretario general de la ONU busca establecer límites más realistas, considera Tereza Cavazos. El efecto invernadero en sectores clave como la industria, el transporte y la agricultura requieren innovaciones tecnológicas. El problema es el tiempo que llevará implementar esos cambios. Ya hemos alcanzado el aumento de 1.5 °C en la temperatura global en algunos meses específicos, una marca que queríamos evitar a escala anual. Esto subraya la urgencia de acelerar la transición hacia tecnologías más sostenibles.

La implementación de cambios estructurales para crear una sociedad más resiliente lleva tiempo. Los llamados de atención respecto al cambio climático han estado presentes desde la década de los noventa. Sin embargo, la mayoría de los gobiernos, como México, tienden a ser reactivos en lugar de preventivos.

El problema con las acciones reactivas es que a menudo se centran en solucionar problemas a corto plazo en lugar de abordar las causas subyacentes y buscar soluciones a largo plazo. Por esta razón, se enfatiza la necesidad de adoptar un enfoque preventivo a largo plazo, como la implementación del uso de energía solar, la adopción de sistemas de reúso y tratamiento de aguas, la construcción de viviendas con un mejor aislamiento del calor y el frío, etcétera.

En México, tenemos leyes y normativas en vigor que establecen pautas claras; sin embargo, el verdadero desafío radica en la implementación efectiva de estas regulaciones; aplicar leyes y normas es una tarea compleja.

El gobierno de Baja California tiene programas institucionales de cambio climático e inventarios de emisiones promovidos por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) como el Programa Estatal de Acción ante el Cambio Climático de Baja California (PEACC-BC), 2012 y 2015, pero desafortunadamente no ha habido continuidad.

Cuando la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda asumió el cargo, en una reunión en el CICESE se expresó esta preocupación y la importancia de abordar este y otros temas de relevancia para la sociedad y el medio ambiente relativos al clima; el gobierno estatal aseguró que lo considerarían seriamente, sin embargo, hasta la fecha, el gobierno no ha impulsado medidas concretas de prevención.

En resumen, es fundamental que en todos los órdenes de gobierno se aborden estos problemas locales que afectan nuestra calidad de vida y bienestar, de manera estratégica. La investigadora del CICESE subraya la importancia de la prevención, como una parte fundamental de nuestra adaptación a largo plazo.

La prevención se centra en implementar acciones (estructurales y operativas) que eviten o reduzcan los impactos negativos de algún fenómeno natural o los asociados con el cambio climático. La adaptación y la reducción del riesgo requieren una comprensión profunda de la complejidad de los factores involucrados. La concienciación y la toma de medidas preventivas por parte de empleadores, empresas y el gobierno podrían ayudar a mitigar algunos riesgos y proteger a quienes están en mayor peligro. La prevención y la adaptación generan una sociedad más resiliente.